La imagen de miles de sombreros blancos o de color crema secándose con los rayos del sol en las calles adoquinadas de los barrios tradicionales de la ciudad, en sus plazas y veredas, es hoy solo un recuerdo para los cuencanos que ya pasaron de las cinco décadas. Ya no se ven a los tejedores de sombrero de paja toquilla sentados sobre una esterilla en los umbrales de las tiendas, que eran las habitaciones que daban a la calle.

Pero ahora con el museo Casa del Sombrero, ubicado en la calle Rafael María Arízaga, se pretenden rescatar estos aspectos que son parte de la herencia cultural, sobre todo, tras conmemorarse los dos años de la declaración del tejido del sombrero de paja toquilla como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, efectuada por Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco).

Gerardo Machado, director del museo Casa del Sombrero, nació en el barrio El Chorro, en donde la calle principal Rafael María Arízaga –a más de ser una de las más estrechas del centro histórico– fue el centro de la confección y comercialización del sombrero de paja toquilla. Para él, la recuperación del sitio es coherente para conservar el Patrimonio Cultural.

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“La importancia patrimonial es que representa una de las actividades que dinamizó la economía regional desde el siglo XIX”, cuenta Machado.

La vieja casona construida entre 1880 y 1890 es parte del programa Espacio de la Memoria, del plan de Salvaguardia del tejido tradicional del sombrero, puesto en marcha por ocho entidades estatales, para potenciar esta área artesanal.

Según la historia que se conoce, una familia de apellido Delgado habría empezado la construcción del inmueble, hoy restaurado por el Municipio de Cuenca, con una inversión de más de $ 1’200.000.

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Tras unos años la casa pasó a otra familia. En 1969, el grupo exportador Serrano Hat Export la adquiere y la convierte en una fábrica de sombreros a la que se la conocía con el nombre de Casa Serrano. Para entonces, la estructura es más funcional, desde la producción de sombreros, administración, manufactura, secado y acopio, según la historia recopilada por la Municipalidad sobre el inmueble.

En 1982, el grupo requiere de un espacio más amplio y la casa se arrienda a una fábrica de muebles; en 1985, se quema en un incendio y con el paso de los años quedó en el abandono, hasta ahora que una parte de ella se reconstruyó como un museo con características originales. Otra parte con materiales modernos se destinó para 15 departamentos, que están a la venta para quienes deseen invertir en procesos culturales.

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Marcelo Cabrera, alcalde de la urbe, dice que el museo contribuirá a la investigación, resguardo y difusión del tejido del sombrero de paja toquilla como Patrimonio Intangible de la Humanidad, ya que diversas organizaciones de tejedoras se turnarán para producir y promocionar sus obras.

La historia, promoción y mercadeo de este producto se garantiza a través de las exportadoras, pero muy poco se conoce sobre quienes representan la mano de obra.Iván Romero De Manos Tejedoras