El ser humano busca la felicidad y huye del sufrimiento. Con este aparentemente sencillo análisis inicia el taller "Transformando el sufrimiento en felicidad", que ofreció el maestro budista Gueshe Tenzing Tamding, abad del monasterio de Ganden (Monarca, España) y director espiritual de algunos centros budistas del linaje gelugpa en España. El taller se desarrolló del 31 de enero al 2 de febrero.

Sobre el análisis inicial, el maestro explica que suena lógico buscar la felicidad y alejarse del sufrimiento, que no hay nada malo en ello; sin embargo, detalla que el ser humano confunde la satisfacción de los deseos con la verdadera felicidad y que esa es una de las causas de sufrimiento. 

La satisfacción de un deseo produce la “sensación de felicidad”, pero al poco tiempo esa sensación se esfuma, aparece un nuevo deseo y si no se satisface hay sufrimiento, y así continúa el círculo, explica el monje.

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La felicidad verdadera es la que se mantiene pese a las circunstancias, detalla Gueshe-La, como afectuosamente lo llaman sus estudiantes. Pero esa felicidad necesita entrenarse, día a día, porque la mente puede ser adiestrada para transformar el sufrimiento en felicidad, asegura. 

Entonces, ¿cómo adiestrar la mente para ser feliz? Cultivando el amor incondicional hacia todos los seres, responde él. Nuevamente, suena sencillo, pero el maestro quiere decir que el entrenamiento de la mente consiste en evitar los pensamientos y acciones egoístas y pensar y actuar a favor del beneficio de los demás. Y cuando él dice "todos los seres", se refiere a los seres sintientes (humanos y animales).

Gueshe-La añade que abandonar el egoísmo significa practicar la renuncia, pero aclara que eso no significa dejar todo e irse a encerrar en una cueva; sino practicar día a día la renuncia a esa felicidad irreal, relativa, ilusoria. El reino de los seres humanos es el reino del deseo, del apego, pero todas las cosas y las personas son interdependientes y están en continua transformación, explica. Si todo está en continuo cambio, es impermanente, y si es impermanente no se lo puede poseer. 

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El cuestionamiento de varios asistentes a la charla se centra en la dificultad de evitar los pensamientos egoístas y practicar el amor incondicional cuando se vive en una sociedad donde hay competencia, inseguridad, injusticias, entre otros sucesos que parecen justificar el rechazo hacia otros seres. 

Ya que el budismo cree en la reencarnación, el maestro dice: Todos los seres, en alguna vida, fue o podría llegar a ser nuestra madre. Él aconseja mantener este pensamiento para replicar el amor que se siente hacia la propia madre a todos los seres. 

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En estas charlas, el maestro budista transmitió "Los ocho versos del adiestramiento mental" (Lo Jong), texto que es repetido todos los días por el Dalai Lama, máximo líder espiritual del budismo tibatano, y que constituyen un poderoso antídoto contra el egoísmo y la desconexión entre los seres.

Primer verso:
Obtener el mayor beneficio posible para ayudar a todos los seres es más precioso que la joya que colma todos los deseos. Voy a considerarlos en todo momento como lo más querido.

Segundo verso:
Con quien quiera que esté voy a situarme por debajo de él y desde el fondo de mi corazón voy a sentirle como lo más querido y supremo.

Tercer verso:
En todas mis acciones voy a vigilar mi mente y tan pronto como surjan emociones perturbadoras voy a detenerlas firmemente al instante, pues éstas afectarán tanto a mí como a los demás.

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Cuarto verso:
Siempre que vea a seres malvados, oprimidos por sus acciones violentas y sufrimiento, voy a considerarlos igual que si hubiese encontrado un valioso tesoro.

Quinto verso:
Cuando movidos por la envidia los demás me maltraten con injurias, insultos o menosprecios, voy a aceptar la derrota y ofrecer la victoria. 

Sexto verso:
Cuando alguien he beneficiado y en quien tengo grandes esperanzas me haga un daño terrible, voy a considerarlo como mi excelente guía espiritual. 

Séptimo verso:
Finalmente, ofrezco a mis madres lo bueno que haya en mí, asumiendo en secreto sus malos actos y sufrimientos. 

Octavo verso:
Percibiendo que todos los fenómenos son ilusorios, mantendré estas prácticas limpias de las manchas de los ocho Dharmas mundanos y liberaré a todos los seres del control de sus engaños y karma.