Philip Seymour Hoffman se había ido de casa tres meses antes de morir y se había mudado a un departamento a solo tres manzanas a petición de Mimi O’Donnell, su pareja y madre de sus hijos, quien no quería que los menores vieran a su padre preso de la adicción a la heroína.
Según informa The New York Post, esto explicaba la inicial ambigüedad sobre el lugar donde el cadáver del ganador del Óscar por Capote fue encontrado el domingo en calzoncillos y con una aguja clavada en el brazo, que no era su residencia habitual, sino un departamento cercano en la misma calle.
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“Se sabía que estaba luchando por mantenerse sobrio y O’Donnell, que había tenido que ponerse dura con él para poder ayudarlo, le dijo que necesitaba un tiempo alejado de sus hijos para volver a tener una vida normal”, informó una fuente citada por el medio.
Mientras, las pruebas de laboratorio confirmaron que había heroína al menos en algunos de los 50 paquetes hallados en el departamento donde se encontró el cadáver, dijo el pasado lunes un agente de la ley. Las autoridades intentan determinar si la droga estaba mezclada o contaminada con otra sustancia.
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Los médicos legistas todavía no han determinado oficialmente la causa del fallecimiento de Hoffman, y la policía ahora busca quién le suministró las sustancias.
La repentina muerte del actor, a sus 46 años, ha puesto rostro al alarmante resurgir de la heroína en EE.UU., cuyo consumo creció el 79% entre el 2007 y 2012, según datos oficiales. Es una alternativa barata para los adictos a ciertos analgésicos.