El natalicio número 94 de Oswaldo Guayasamín se conmemoró el pasado sábado. Primero de diez hijos de madre mestiza y padre indígena, nació en Quito el 6 de julio de 1919.

Y el Ballet Nacional del Ecuador con su obra Las estaciones del pintor intentó plasmar ciertas etapas que marcaron parte de la trayectoria artística del pintor. El acto tuvo como escenario la Capilla del Hombre, espacio que guarda las principales obras de Guayasamín.

La danza se dividió en cuatro momentos. El primero se inició con la coreografía Vuelvo, del Ballet Metropolitano, en el denominado ‘Árbol de la vida’, lugar en el que se encuentran los restos del pintor ecuatoriano, quien falleció el 10 de marzo de 1979, a los 79 años.

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Esta etapa del ballet buscó rendir homenaje a los artistas comprometidos con la sociedad, y estuvo matizada por las notas de la melodía danzante Vasija de barro. La segunda estación, interpretada por el Ballet Contemporáneo, mostró fragmentos de la obra Tatuaje. La siguiente danza, Ángeles, la caracterizó el Ballet Metropolitano acompañado de la música de Enrique Males, en la que evocaba la ‘Edad de la ternura’, que estableció Guayasamín en obras como Madre con niño.

La última escenificación hecha por el Ballet Nacional, en la que actuaron más de 30 bailarines, fue otro fragmento de Tatuaje del cubano Pepe Hevia, en la que confluyeron los sonidos del cuerpo, de los tambores y de la música nacional como de Julio Jaramillo y del chileno Mauricio Vivencio.

Alfredo Vera Arrata, director de la Fundación Guayasamín, comentó que mantener vivo el espíritu cultural a través de la pintura era el “sueño de Guayasamín”. “Su obra se mantiene latente con las notas de Vasija de barro o cuando vemos el mural en la Asamblea Nacional; él es el hombre universal de todos los ecuatorianos, por haber sido proclamado el pintor de Iberoamérica”, dijo.

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Recordó que el pintor “nació de la nada, de la pobreza, del desconocimiento, y solo con su fuerza de trabajo y convicción ideológica pudo hacer que se mantenga hasta el último de sus días trabajando por el Ecuador”. A la par del reconocimiento que hizo el Ballet Nacional del Ecuador con la obra de Rubén Guarderas, la Capilla recogió también las pinturas del cubano Luis Ruiz Saavedra.