Desde el pasado 5 de septiembre, Los Choneros y Los Lobos pasaron a formar parte de la lista de Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO, por sus siglas en inglés), que elabora el Departamento de Estado de Estados Unidos. Se trata de una nómina en la que constan grupos que, bajo la mirada de ese país, constituyen una amenaza no solo para ellos, sino para el mundo entero.
En esa lista hay, principalmente, grupos originarios de Medio Oriente, que se han declarado abiertamente enemigos de Estados Unidos y han ejecutado ataques terroristas en su suelo. Por ejemplo, el Al Qaeda, responsable del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, cuyo vigésimo cuarto aniversario se recuerda esta semana, el 11 de septiembre.
Pero también hay un poco más de una docena que son de América Latina, y que tienen relación con el narcotráfico y el crimen transnacional, lo que para ellos –y para muchos gobiernos– es una nueva forma de terrorismo. Antes que Los Choneros y Los Lobos, EE. UU. declaró terroristas a los carteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, del Noreste, la Nueva Familia Michoacana, al Tren de Aragua...
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Esta declaratoria tiene algunos efectos que podrían favorecer la lucha contra el crimen organizado que lleva adelante el gobierno de Daniel Noboa, según han afirmado las autoridades; entre ellas, obtener apoyo de otros países con inteligencia, financiamiento y operaciones conjuntas para su desmantelamiento; bloquear bienes, propiedades y fondos de cualquier persona dentro del sistema bancario de EE. UU. que mantenga vínculos con estos grupos terroristas; y agilizar los procesos de extradición de sus cabecillas.
La cooperación internacional es una arista importante en el combate a los grupos de delincuencia organizada del país.
Pero el régimen no puede descuidar el reforzamiento de las labores de las fuerzas del orden locales, y la generación de políticas públicas sociales, educativas y de empleo, para atacar el problema de raíz con contundencia. Toda acción suma en el camino hacia la paz del Ecuador. (O)