El protagonismo alcanzado por el sector indígena durante las violentas protestas de octubre del 2019, en rechazo del decreto ejecutivo que eliminaba el subsidio a algunos combustibles, sirvió para impulsar a varias figuras que trataron de reafirmar liderazgos en medio de actuaciones que generaron controversia y derivaron en investigaciones, que aún no concluyen.

Casi de inmediato había que pensar en las elecciones generales del 2021 y seleccionar a quienes serían candidatos por el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik. Entonces, como ahora, se visibilizaron desavenencias entre figuras que representan posturas disímiles del movimiento indígena liderado por la Conaie.

Hoy, el respaldo puntual a un candidato del balotaje, cuando la organización social hace campaña por el voto nulo, ha generado nuevos fraccionamientos. Cabe preguntarse si Yaku Pérez pudo haber pasado a la segunda vuelta de no haberse dado una ruptura en la Conaie. También cabe interrogarse si la actual riña significará un escollo para los intereses del movimiento indigenista y el desempeño de sus 27 asambleístas, que unidos representan la segunda fuerza política en el siguiente periodo legislativo.

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Marlon Santi, coordinador de Pachakutik, y Yaku Pérez anunciaron ayer que iniciarán un proceso disciplinario en contra del presidente prorrogado de la Conaie, Jaime Vargas, a quien se lo relaciona con el correísmo y el octubre del 2019.

A este remezón en el movimiento indígena se suman otras voces y acciones discordantes, como la de la comunidad de Sarayaku, que decidió objetar el proceso electoral por considerarlo ilegítimo y no permitió la entrega de los paquetes electorales para la segunda vuelta a realizarse el domingo 11 de abril.

El movimiento político indigenista va a necesitar de acuerdos para avanzar y perdurar. Ahora, como en una futura candidatura presidencial, y en su próxima gestión parlamentaria, sus propuestas y actuaciones deberían acoger posturas integradoras y con enfoque nacional. (O)