Terminar como subcampeón del Giro de Italia 2022 es un mérito, y como ecuatorianos no solo debemos valorarlo, sino agradecer la perseverancia y esfuerzo que Richard Carapaz nos regaló este 29 de mayo. En la contrarreloj de 17,4 kilómetros con la que se cerró la competencia, el carchense no se achicó ante el australiano Jai Hindley, quien arrancó con 1 minuto y 25 segundos de margen sobre Richie, que le pudo descontar siete segundos.

En la crono final, el australiano fue decimoquinto y el ecuatoriano fue décimo, pero el tiempo no fue suficiente y Hindley se proclamó campeón. Desde el sábado, los entendidos tenían claro que la ventaja de arranque le ponía difíciles las cosas a Carapaz para alcanzar la corona; él mismo lo debía pensar, pero la Locomotora de Carchi, como lo bautizó Mario Sabato, no se frenó, no dejó de aspirar.

Las conquistas ciclísticas de Carapaz han emocionado al Ecuador: en 2016 ganó la Vuelta a Navarra, en España; en 2019 se proclamó campeón del Giro de Italia; en 2020 llegó segundo en la Vuelta a España; y en 2021, tercero en el Tour de Francia.

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Mas Richard Carapaz no solo es emoción para el país; es también ejemplo de sacrificio, de constancia, de confianza. A los 15 años conoció a Juan Carlos Rosero, con quien entrenó y tenían el sueño de ir a unos Panamericanos. En 2013 su mentor murió y, un año después, Richie ganó su primer Panamericano.

Su romance con el ciclismo lo descubrió en El Carmelo, Carchi, donde siendo niño fue víctima del robo de su bicicleta; luego, una BMX rescatada por su padre de la basura le permitió volver a pedalear y sus sueños no terminaron. El país que se alegra por los logros del deportista de 29 años reclama ahora a las autoridades porque la delincuencia no para de crecer.

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