El empleo adecuado, que incluye a quienes tienen un sueldo básico unificado subió tímidamente.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos publicó, hace cuatro días, cifras mensuales que permiten determinar que casi 399.500 personas no encuentran trabajo y aunque el porcentaje de 4,7 % es menor al 5,1 % reportado en abril del 2021, la reducción no es significativa.

La economía ecuatoriana está lista para despegar hacia un nuevo destino de oportunidades, aseguró, cual oferta, el presidente Guillermo Lasso el pasado 24 de mayo. Las oportunidades laborales están entre los mayores anhelos de los ecuatorianos, empleo que permita dar a los hijos educación sin angustias y a las familias una vida digna.

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Que abandonar el país no vuelva a ser la opción de los jóvenes, como lo fue durante la crisis económica de 1998 y 1999. No se pueden cerrar los ojos y evadir que la pandemia del COVID-19 incrementó los índices de desempleo, pero tampoco escudarse en ello.

Quienes buscan sin éxito una oportunidad de empleo, porque perdieron el suyo durante la reciente crisis u obtuvieron un título de tercer o cuarto nivel desesperan ante puertas que se cierran, mientras tampoco logran la experiencia que exigen en las plazas que se abren.

En el 2021 un total de 1′654.188 ecuatorianos viajó al extranjero, de los que 81.758 no regresaron.

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Las remesas que llegaron al país sumaron 4.362,6 millones de dólares en 2021, el 31 % más que en 2020. Es una cifra récord, nunca antes registrada desde que en 1993 el Banco Central del Ecuador emite esta estadística.

Vale la pena hacer una lectura de estos datos: las remesas que se transforman en ingresos tienen como problema de fondo el desempleo; el proveer a los hijos desde el exterior traerá conflictos futuros propios de hogares disfuncionales, experiencia hay. Y no llega hasta ahí, se siguen dejando grandes cantidades de dinero al coyotaje y poniendo en peligro la vida en las fronteras. (O)