Expertos en seguridad y derechos humanos que han analizado la problemática de los reiterados amotinamientos en las cárceles, con el saldo de decenas de muertes atroces en un lapso relativamente corto, han planteado que se debe reducir el hacinamiento y el narcotráfico.

Sin embargo, el combate al narcotráfico es una difícil tarea que enfrenta la región y que desborda la capacidad de control en unos países más que en otros. En Ecuador, el avance del narcotráfico y del microtráfico es evidente por el número de muertes violentas relacionadas, el lavado de dinero, que tiene varias manifestaciones, y por la cantidad de droga que se captura, que es solo un pequeño porcentaje de lo que en realizad se trafica y que logra llegar a los destinos internacionales.

En lo que va del 2021, en Ecuador se han incautado 116 toneladas de droga, según datos del Ministerio del Interior. El pasado viernes, la Policía informó de un ‘decomiso histórico’ de 9,5 toneladas de cocaína que se encontraron almacenadas en una casa, en el norte de Guayaquil, en la que también se hallaron diez armas largas, “con poder para destrozar un blindado”.

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El coronel Mario Pazmiño, exjefe de Inteligencia del Ejército y analista de seguridad y defensa nacional, plantea que ya es preciso conformar una Fuerza de Tarea Conjunta Antinarcóticos, que involucre al Ejército, a la Fuerza Aérea y a la Marina, pues la Policía ya no resiste seguir trabajando sola.

De acogerse esta idea, habrá que considerar otras aristas del problema, como el nivel de involucramiento de las poblaciones en las que se desarrollan las actividades narcodelictivas, así como la preparación y la probidad del personal que interviene en el control, sin olvidar que los nexos políticos son determinantes.

A esta situación no arribamos de la noche a la mañana, y no será en breve que se lograrán cambios significativos, pero urge incorporar nuevas miradas para hallar la manera de impedir que más de un tercio de la droga que se produce en Colombia salga por Ecuador al exterior. (O)