El país entra a una nueva etapa en la guerra declarada en contra de la narcodelincuencia. Esta vez la advertencia es más dura: eliminar a los cabecillas. La consigna la dio el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, Henry Delgado Salvador. Para los grupos criminales y de narcotráfico será “la cárcel o el infierno”. Y para el país la meta es volver a la seguridad y a la paz.
La llamada “guerra” empezó el 9 de enero del 2024, cuando en vivo y en televisión nacional se mostró el nivel de violencia que vive el país: delincuentes entraron, apuntaron, sometieron y amenazaron a periodistas y trabajadores de un canal y todo el país lo vio horrorizado. Entonces se declaró el conflicto armado interno.
Han pasado 610 días y cada hora se sabe de una balacera, sicariato, secuestro o de extorsiones que terminan con la muerte de personas que no han querido pagar las ‘vacunas’. El 27 de agosto, un mensajero, su esposa y su hija fueron asesinados a balas en su casa, que ya había sido atacada antes con disparos. El 28 de agosto llegó la amenaza a los expresos de un colegio de Guayaquil, pidiendo hasta $ 6.000 para no atentar contra todos, los conductores, su familia, los estudiantes. El 29 de agosto, un empresario de transporte recibió una nueva amenaza: debe pagar $ 400 al mes para que sus camiones puedan hacer sus entregas; él calcula haber pagado $ 20.000 en tres años a bandas delictivas para que no atenten contra sus trabajadores; ahora amenazan a su esposa y sus hijos.
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Cuando tocan a los hijos, a los niños, la indignación lo rebasa todo. Y la mano dura contra la violencia se toma como el último camino, aunque ese camino siempre debe ir de la mano de la rendición de cuentas y el respeto al debido proceso.
Así como las bandas criminales cambian de rostro y buscan adaptarse, ahora el Gobierno habla de hacer ajustes en sus acciones en tres ejes con control territorial y una ofensiva directa; fortalecimiento de la inteligencia y operaciones especiales; y neutralización y eliminación de objetivos. Pero más que anuncios, los ecuatorianos esperan resultados. (O)