Las constantes temporadas de nuestra vida nos llevan a etapas que no imaginamos vivir, vivimos cosas que en algún momento anhelamos o hasta hablamos con nosotros mismos antes de dormir; hemos planeado en nuestra mente una vida distinta a la que vivimos y cuando algunos momentos de esa vida paralela se viven, se vuelven muy icónicos en nosotros, toman una postura muy fundamental pero también territorial, porque nuestro ser no se permite dejar pasar esa experiencia al baúl de los recuerdos porque lo quiere volver a sentir una y otra vez. Lo irónico de esto es que nos olvidamos de que nos merecemos esas experiencias, de que vivimos para cumplirlas y estamos para vivirlas.

Criar no es controlar ni soltar: es sostener

En nuestro mundo tan ajetreado se nos pasa por alto que nuestros momentos vividos son momentos soñados por los cuales se tiene que agradecer porque aún estamos aquí para poder gozarlos, estamos viviendo momentos de nuestra vida paralela, pero es la misma vida que nos exhorta a que lo paralelo se vuelva una constante realidad y pise firme sus bases para que sea totalmente nuestro lugar seguro, aquello que olvidamos o nos negamos a vivir por miedos absurdos nos está robando nuestro derecho a sentir una vida paralela desde la realidad y no creo que nadie quiera que esas conversaciones hasta quedar dormidos queden en el limbo, entonces, ¿vivimos completo o no? (O)

Milena Ayoví Torres, comunicadora social, Durán