Lo importante de un texto es la comunicación que genera. Cualquier lector, al acercarse a él, deberá comprenderlo sin dificultad, vincularse con su idea central y realizar paralelamente las deducciones y las críticas que el escrito consienta. ¿Todos escribimos a ese nivel de flexibilidad y aceptación? No, no todos. Dependemos de nuestras habilidades lingüísticas.
Si deseamos que nuestros escritos se acerquen con mayor transparencia al lector y que nuestra aproximación sea efectiva, podríamos recurrir a profesionales de la corrección. Aquellos, dotados de un alto conocimiento de la lengua, y con rigurosa capacidad de investigación, efectuarán un escaneo minucioso de nuestros términos; en este proceso, eliminarán del texto todo el ripio que encontraren y limpiarán lo indecoroso, a fin de que nuestras ideas lleguen al lector con éxito.
Conectados de manera simultánea —despreocupados de la distancia geográfica o los husos horarios— correctores, editores, traductores, filólogos, lingüistas, escritores y amantes de la lengua española, pertenecientes a la Red de Asociaciones de Correctores de Textos en Español (RedACTE) nos reunimos durante tres días, en jornadas virtuales de ocho a diez horas, el pasado mes de agosto, para compartir temas sobre el uso acertado de nuestra lengua y el ámbito de nuestra profesión. La participación entusiasta, a través de las redes sociales, fue infatigable.
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Más de diez asociaciones de correctores, de todo el mundo hispánico, han fortalecido alianzas profesionales en los últimos diez años, a fin de que su actividad sea respetada y reconocida. El mundo editorial no puede prescindir de ellos: su capacidad de comprensión de textos, sumado a lo minucioso de su labor, los hace únicos. Ecuador será el anfitrión del próximo 7.° CICTE. Estaremos atentos. (O)
Fabiola Díaz Guevara, lingüista, miembro de la Asociación de Correctores de Texto, Ecuador; Quito