La presencia de una base militar en el país permitiría luchar contra el flujo ilícito del narcotráfico que controla nuestro territorio, lo que provocaría acciones impensables de violencia y como consecuencia de una confrontación armada entre las fuerzas del orden y las bandas delincuenciales se generaría un desplazamiento interno masivo por la incertidumbre provocada por la inseguridad.
Disminuir los cultivos y reducir el nivel de violencia serían los objetivos del establecimiento de una base militar. Sin embargo, los resultados no pueden ser predecibles, por ejemplo en Colombia, donde se instauraron algunas bases militares de EE. UU., los resultados fueron desalentadores y más bien permearon la imparcialidad de la justicia y a la clase política a todo nivel.
Ojalá el proyecto no naufrague y no empeore los problemas estructurales que padece nuestro país en la que la intervención del Estado en algunos lugares es escasa y a veces inexistente. El poco movimiento en el cordón fronterizo se relaciona en mucho con la coca debido a que decenas de miles de campesinos pobres se dedican al cultivo como una alternativa para conseguir una fuente de ingreso que la sociedad siempre se la negó.
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No es una tarea sencilla erradicar un problema social de enormes proporciones. (O)
Álex Xavier León Ramírez, Guayaquil
