Un pensamiento zen dice que lo que mueve las hojas no es el viento: es nuestra mente. El único ser en la naturaleza al que se le ha dado deberes, derechos y responsabilidades es al ser humano, porque tiene mente e inteligencia y sabe lo que hace.

Ahora, esta mente que viene pura y limpia se alimenta según los conocimientos que recibe: si es musulmán, creerá en el janna (paraíso); si es cristiano, en el cielo (la eternidad); si es budista, creerá que el destino final es el nirvana. Para todos los gustos y según el comportamiento.

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Por el bien común

Soy fan de Wayne Dyer, pero hay otro Dyer que no es pariente, sir Edward Dyer, que escribió un poema hace seis siglos que se titula Mi mente para mí un reino es, aunque se debate su autoría. En una de sus partes dice: “A menudo veo cómo se sufre por la riqueza y cómo los que rápido ascienden pronto caen; veo que a los que arriba están son a los que más amenazan los contratiempos, trabajan diariamente, tienen miedo, tales preocupaciones que mi mente nunca podría soportar”.

Somos lo que pensamos y lo que queremos pensar; ese es nuestro derecho, y el día que dejamos de pensar volvemos de dónde venimos, a la paz del silencio.

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La mente es tu rincón, tu espacio, tu libertad. Nadie puede pensar por ti; ese es tu más magnífico tesoro.

Para salvar a las personas de la adicción

Tienes la capacidad de elegir entre lo bueno y lo malo, entre la risa y el llanto, entre la felicidad o la desgracia. Eres tú y solo tú el que decide, nadie más. A veces por querer tener más de lo que realmente se necesita se comete injusticia, depredación, robo, saqueo y luego el exceso.

En nuestra mente siempre está el poder de vivir y estar en paz, sin temor a nadie, solo a Dios; ni a la muerte, porque es una forma de volver a Él y a la paz y la tranquilidad. Recuerda que tú escoges lo que quieres, solo tú, porque tú responderás por tus actos. (O)

Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro