En esta oportunidad me complace escribir sobre Guayaquil, pero no ahondaré en la historia de su fundación porque es un tema muy extenso y ya lo han expuesto varias personas con lujo de detalles.
Vine a esta hospitalaria ciudad procedente de mi tierra natal Catacocha, provincia de Loja, y vivo en la urbe desde los 9 años, por lo que me considero un guayaquileño de corazón y he defendido a la ciudad a capa y espada.
Guayaquil me abrió sus puertas, como lo ha hecho también con muchas personas en la búsqueda de un mejor porvenir. Aquí sembré mis sueños, realicé mis estudios, formé mi hogar y persistí en el camino a la superación.
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Muchos son los recuerdos que perduran en mi mente, como los de mi infancia en la escuela Benemérita Filantrópica del Guayas. Eran tiempos de enseñanza y disciplina. La Filantrópica del Guayas fue creada el 21 de noviembre de 1849, surgió de un grupo de guayaquileños con el único objetivo de ayudar a las clases populares. Desde 1875, con motivo de su aniversario, cada año entregaba medallas y más reconocimientos a los estudiantes de colegios y también de universidades.
Guayaquil en aquella época de 1952 hasta el aire que se respiraba era diferente, sabía a frescura y qué decir de la tranquilidad que se sentía, se podía salir sin ningún temor en la noche con la familia y amigos a caminar y pasear.
Durante mi permanencia en esta querida ciudad he tenido la oportunidad de vivir tiempos magníficos, así como también conocer a personas de valía, como son profesionales en diversas categorías, empresarios y periodistas que han contribuido al progreso y desarrollo de la ciudad y provincia del Guayas, lamentablemente muchos de ellos han quedado en el olvido sin haber sido reconocidos sus méritos de manera oportuna.
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Esta comunicación tiene un claro objetivo que es hacer un análisis de un antes y un después de lo que fue el Guayaquil del pasado y lo que hoy con dolor e impotencia nos hemos resignado a soportar. Jamás imaginé que mi querida ciudad de Guayaquil, a la que considero mi segunda casa, haya podido llegar a niveles tan decadentes, como si fuese la tierra de nadie.
Guayaquil, mil veces soberana y gentil, cuna de Rocafuerte, Olmedo, Pedro Carbo, Rosa Borja de Icaza, Julio Estrada, Medardo Ángel Silva, Abel Romeo Castillo y Julio Jaramillo. Si queremos que vuelva a ser la ciudad de la paz y la armonía, necesitamos de la decisión y valentía de toda la ciudadanía. (O)
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José Franco Castillo Celi, psicólogo y médico naturista, Guayaquil