El escenario político ecuatoriano es desolador.

Que los personajes de televisión quieran ser “políticos profesionales” es legítimo. Está bien, es su derecho democrático que estén ahí, nos guste o no.

De hecho, puede que lo hagan mejor que muchos de nuestros asambleístas, ya que estos sí saben actuar, y de eso se trata la política. Lo que hace un político es interpretar, construir un personaje.

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Los actores, cantantes, presentadores de televisión, futbolistas e influencers, al menos sabrán interpretar un guion o canción, seguir una táctica de juego, se dejarán dirigir, pueden seguir la “lógica” de un partido político. Su máximo valor será interpretar lo que les digan, construir un personaje y dejarse dirigir por el jefe del partido.

A todo esto, ¿cuál es la lógica de los partidos políticos? Que los personajes de televisión se lancen al poder, al poder de reparto, a ser los extras de la democracia. Pues siempre se necesitará seguir moviendo el circo de la política.

La historia nos lo ha demostrado, la estrategia de poner figuras de farándula o hacer política vulgar al estilo Vanegas asegura a los políticos de siempre un espacio para seguir enquistando “famosos”.

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Y es que no debemos olvidar que los únicos requisitos para ser “político profesional” son tener nacionalidad ecuatoriana, haber cumplido dieciocho años de edad al momento de la inscripción de la candidatura, estar en goce de los derechos políticos y querer lucrarse con lo público para beneficio privado.

Siempre se ha dicho, pero no siempre se entiende, el primer acto de corrupción es postularse o aceptar un cargo público para el cual no estás preparado. Esto también aplica para los que estando en un cargo público y no hicieron nada, tienen la desfachatez de volver a presentarse en unas elecciones.

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Con esto no quiero estigmatizar ni generalizar a quienes realizan política. De hecho, todos hacemos política en la vida cotidiana; yo, por ejemplo, hago política escribiendo esto y el que dice no estar en política, toma partido y la hace al no interesarse.

Entiéndase bien, los “famosos” deben estar en los comicios. El mundo de la televisión y las redes sociales deben tener sus representantes. Además de ser ecuatorianos, están “preparados” para actuar, saben seguir el libreto del que manda, y no tienen que exhibir ningún título académico. Así lo permite nuestro ordenamiento jurídico.

Dicho lo anterior, el problema en la política ecuatoriana es que los “famosos de la política” se esfuerzan cada vez más en llegar a su máximo nivel de incompetencia. Personas sin atributos, sin experiencia en administración pública; pero tienen ego, aceptan “retos” imaginarios; o mejor, tienen ganas de intentarlo. Por eso, cuando llegan al poder, solo pueden ser actores de reparto que se ganan un sueldo por actuar como extras, ya que los que juegan al poder son los verdaderos políticos al servicio de aquellos que tienen a este país y a sus ciudadanos, secuestrados en su circo doctrinal.

Todos los ecuatorianos podemos ser elegidos como “actores” de nuestra democracia, pero antes deberíamos preguntarnos ¿qué tengo yo para actuar bien ese papel?, ¿qué aporte puedo hacer?, ¿puedo servir en algo?

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Señores “famosos”, ustedes lo harían mejor actuando y movilizándose en defensa de la cultura, del deporte, de los medios de comunicación y su contenido, exigiendo a los gobiernos mejores políticas y recursos. Lo mejor que pueden hacer es actuar la democracia de la calle. Eso sí, si quieren ser malos actores y un fraude, vayan por las alcaldías, las prefecturas, las concejalías, allí habitan los malos actores. (O)

Juan Francisco Yépez, Guayaquil