Debemos de aceptar que lo que “depende de mí” es nuestro libre albedrío. Yo soy el dueño de mí, de mi mente, de mi alma, de mi cuerpo y puedo hacer con ellos lo que más me convenga, sabiendo que vivimos en una sociedad compartida donde nuestros actos no deben ofender a los demás, sabiendo que hay normas y leyes que debemos respetar.

El dinero, por ejemplo, hay que ganárselo de buena manera. La fama, la profesión, los puestos, los títulos hay que ganarlos, todo puede ser posible y ganarse por las buenas, sin imposiciones ni dictaduras.

Del talento al negocio sostenible

Acabo de leer que en el año 2024 se han casado más de 14.000 personas y en este mismo año se divorciaron más de 7.000 o sea se dejaron de querer y se dejaron de amar; en estos casos cuando alguien se quiere ir es mejor dejarlo irse.

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También dependerá de nosotros si decidimos ser miembro anónimo de la manada o tomar la decisión de escoger nuestro propio destino y hacer lo que más nos convenga, esa es nuestra decisión. A mí nunca me gustó ser empleado ni público ni privado porque según mi criterio los dos explotan, siempre me gustó la libertad, la libre empresa, emprender en lo que más me guste y así lo hice.

No murieron en vano

Tuve el caso de un matrimonio donde la esposa me contó que había dejado de querer al marido y este me dijo que pensaba reconquistarla, yo le aconsejé que mejor se aleje y que vivir con alguien que no te quiere es el peor de los infiernos que se puedan imaginar. Hay que saber que, así como existe el amor existe el desamor. Me parece un acto de cobardía y falta de dignidad y amor propio rogar o cometer femicidio con una persona que no te quiere.

Sin embargo, no se puede obligar a recibir a quien se fue si no hay un sincero arrepentimiento. (O)

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Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro