El país decidió este 16 de noviembre con una sorpresiva votación en las cuatro preguntas respaldando el no, con porcentajes que rondan el 60%. Con estos resultados la ciudadanía ha hablado. Cabe ser enfático en señalar que no cabe quejarse de tener una Asamblea Nacional que no representa a ninguno; del gasto innecesario sobre la cantidad de asambleístas que se tiene; quejarse de por qué el país es inseguro; quejarse de por qué no podemos tener mejores leyes; pero, por otro lado, desear que cambien las cosas.

Realmente no cabe quejarse porque hemos tenido el momento y la oportunidad, pero decidimos darle la espalda.

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Los resultados de esta consulta popular y referéndum dejan en evidencia que poco o nada pensamos en el futuro. Es lamentable que ante las claras evidencias de que el país necesita cambiar y avanzar en brindar más seguridad con apoyo internacional, garantías para el ciudadano, la empresa, a la inversión, entre otras, decidimos decir no a la vía de enderezar la situación.

Por ello, ante lo sucedido es imprescindible realizar cambios en el ámbito gubernamental para superar estas derrotas y verlas como una oportunidad para evaluar el presente y proyectar mejor el futuro sobre los cambios que variarán en magnitud e impacto. Lo acontecido genera preocupación, incluso hasta tristeza, porque a sabiendas de que necesitamos cambiar muchos tienen temor al cambio, se dejaron llevar por falsedades y rechazan así la oportunidad histórica que tenían delante. Es así que nuevamente vemos cómo una elección de futuro se trunca por la simpatía o no hacia un presidente, pero lo realmente importante y de peso es fijarnos en qué es lo que se necesita cambiar; ya desarrollada la consulta popular y referéndum hay que virar la página, salir adelante en la medida de lo posible y dentro del marco de la Constitución de Montecristi, que seguirá vigente.

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En todo caso, el pueblo ha hablado, y al Ecuador solo le queda seguir adelante. (O)

Jorge Calderón Salazar, analista económico, Guayaquil