Hace 20 años el Concejo de Quito decidió que varios lindos museos sean administrados por una fundación privada. El Municipio, años después, permite que los parqueaderos del Museo de la Ciudad sean para uso exclusivo de los funcionarios de esa fundación, así como los “autorizados por la Secretaría de Cultura”. Y quienes deberían ser los beneficiarios de esas facilidades, los turistas y las personas con movilidad reducida que llegan a la esquina de la calle de la Ronda y García Moreno, se topan con un guardia privado que les anuncia que ya no es de uso público sino privado, y que pueden ir en el carro, cruzando la Ronda, para parquear “dos cuadras más allá”. Llaman al coordinador del contrato de seguridad, quien pregunta a través de la radio portátil cuál es el personaje que desea ingresar, luego baja, escucha la queja y llama al jefe administrativo del museo, quien dice tras aceptar la justeza del reclamo, que sí sería buena idea asignar una parte del parqueadero para uso de los usuarios del museo, modificando el reglamento interno. Además, en clara violación a la norma constitucional, alguien se ha ideado un “salvoconducto” para que solo puedan acceder al pequeño tramo de vía sobre la calle García Moreno desde la av. 24 de Mayo los pocos vehículos privilegiados, limitando así a cualquier otro ciudadano de circular por esa vía y ocupar ese parqueadero, en un claro proceder discriminatorio. ¿Qué dice el Concejo y la Corte Constitucional frente a este abuso de la Fundación Museos de la Ciudad? Así, sin poder usar las decenas de parqueaderos que están improductivamente ocupados, ¿cómo quieren que aumenten las cifras de turismo interno y externo? Varios museos del centro histórico de Quito no atienden al público los lunes y martes, desalentando de visitar esos días el centro histórico y dinamizar así la alicaída economía de Quito. ¿Cabe que los atractivos turísticos del primer Patrimonio Cultural de la Humanidad sean administrados por fundaciones privadas? ¿Hasta cuándo tanta exclusión para la inmensa mayoría, ávida de conocimiento y cultura, y de privilegios y violaciones constitucionales de unos pocos? (O)
Diego Fabián Valdivieso Anda, economista, Quito