‘Luchar sin violencia’, contra la violencia en barrios, debe ser política de Estado. El presidente debe modificar el enfoque hasta ahora utilizado. El mejoramiento de barrios debe primar, ante todo. El Banco del Estado tiene un papel protagónico en ese sentido, por ser el que más conoce la realidad de los 221 municipios del país. Por eso, se equivoca al pretender cada vez más, a través de las armas y con la fuerza que emana del poder, luchar contra un hampa que nace de la descomposición social, provocada, ante todo, por la falta de oportunidades, empezando por la educación.
Pensamientos y reflexiones que contribuyen a la salud mental
Ecuador detenta, a la fecha, con Policía y Fuerzas Armadas volcadas en las calles, el deshonor de contar varias ciudades consideradas peligrosas. Las bandas siguen matándose por disputas, en cárceles o en sus barrios. El modelo debe ser el de luchar, con ‘autoridad vigilante’, con una policía y milicia que cambie ese chip de actuación.
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El Ecuador debe pasar del modelo de autoridad convencional a uno que prevenga, que se involucre con la sociedad en su conjunto, donde debe encontrar sus aliados. Además de los proyectos de mejoramiento integral de barrios, que puede y debe emprender el Banco del Estado sin tanta complicación burocrática, el proyecto Caemba y otros más son modelos de actuación a seguir en zonas con necesidades básicas insatisfechas y de alta peligrosidad, como ha ocurrido con las exitosas implantaciones de vivienda y espacios de recreación, arte y cultura en barrios pobres de Esmeraldas.
El ejemplo de cambio de actitud del presidente servirá para que el país, en su mayoría estresado y deprimido, incluyendo los pocos extranjeros que llegan, por lo poco amigable que resulta transitar o caminar, cambie de ánimo, mejore su percepción de seguridad y mejoren las cifras de turismo. Las labores de inteligencia, para romper con las millonarias economías criminales, que van más allá de la fuerza que se aplica a mansalva en barrios y comunidades, donde mueren “justos por pecadores”, deben ser las que apuntalen un Estado que lucha, sin violencia, en barrios, escuelas, hogares: que restaura, que educa, que provee de oportunidades, y que fomenta el crecimiento y desarrollo para todos. La naturaleza humana tiene una inclinación innata hacia la bondad. El estudio realizado en Yale, que demostró que niños de 6 a 10 meses elegían al personaje ‘bueno’, mostrando empatía y desaprobación del que se portó mal, debe servir de referente, junto a una cristiana actuación, para enfrentar, el mal, con el bien. (O)
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Diego Fabián Valdivieso Anda, economista, Quito