Un viaducto es una vía totalmente elevada que se usa para cruzar montañas, ríos, barrancos y hasta centros poblados. Un ejemplo es el viaducto de La Prosperina en Guayaquil que une la vía Perimetral con la Juan Tanca Marengo, mide unos 1.200 metros de largo y circulan alrededor de 40.000 vehículos diarios.

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En cambio el viaducto sur de Guayaquil sigue en el aire y ha estado a cargo del Ministerio de Transporte y Obras Públicas desde la presidencia de Lenín Moreno. Fue concebido para mover la carga del Puerto Marítimo de Guayaquil hasta el sector de Puerto Inca, cruzando el río Guayas por un puente de 3,4 km por encima de esteros y camaroneras, con una longitud total de 44 km.

El viaducto sur debería conectarse con los puertos de la isla Trinitaria –que están relativamente cerca– cuyos camiones congestionan de manera espantosa la vía Perimetral. También debería conectarse a mediano plazo con el Puerto de Aguas Profundas de Posorja, pero a través del golfo de Guayaquil, pues sería la única forma que el Gran Guayaquil y sobre todo el sector de La Aurora en Daule se libre del tráfico de contenedores.

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Aprendamos de nuestros errores

Mientras tanto, el aeropuerto seguirá en el mismo sitio donde fue construido hace 63 años y su traslado a Daular dependerá de que se resuelvan sus vías de acceso. Piensan construir un viaducto bordeando las canteras por encima de las urbanizaciones, aunque lo mejor sería un túnel para no afectar al Cerro Blanco. Esperan que la construcción del aeropuerto propicie el desarrollo urbano hasta Posorja, lo cual sería el fin de las comunas y de las camaroneras en esa parte del golfo de Guayaquil. Algo parecido hicieron los políticos cuando se construyó el Puerto Marítimo y expropiaron la hacienda El Guasmo de 2.000 hectáreas, para vender solares a 10 sucres el metro cuadrado (40 centavos) y terminó siendo invadida en 1973. (O)

Carlos Luis Hernández Bravo, ingeniero civil, Samborondón