La cercanía del fin de año 2023 me ha hecho recordar con cierta nostalgia bellos momentos de tiempos antiguos cuando en esta temporada era costumbre escribir largos testamentos con los legados que el año viejo dejaba al nuevo año, llenos de humor, sarcasmo, ironía, criticando o ensalzando, en pocos casos, a políticos, personalidades nacionales e internacionales, resaltando eventos mundiales de importancia que sucedieron en los 365 días del año que termina. Siempre me fascinaba la imaginación de los que los escribían porque eran verdaderas obras de arte literario, con sus prosas y sus rimas, nada fácil de conseguir.

El apreciado diario EL UNIVERSO era uno de los que organizaba esta clase de concursos de testamentos, así como también sabía organizar concursos literarios mayormente para las fiestas de Guayaquil, en los cuales mi querido padre solía participar con entusiasmo sin lograr lamentablemente obtener ningún premio. Era sumamente agradable ver el interés de muchos ciudadanos por inscribirse y apreciar la calidad de los escritos literarios de los ganadores, que eran publicados íntegramente en aquellos tiempos en que EL UNIVERSO consistía de incontables páginas en su edición diaria.

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Lastimosamente con el paso de los años esta tradición cayó en el olvido, ya nadie organiza estos concursos, así como con el pasar del tiempo han caído también los valores morales, cívicos, integridad, ética, honestidad y respeto, que antiguamente eran parte del comportamiento ciudadano. Sería fabuloso que se reactivara esta tradición en estos tiempos que se está tratando de recuperar esos valores perdidos que parece son practicados principalmente por la generación antigua, para inculcarlas a la nueva generación, tan tomada en cuenta y de moda hoy en día, se aprecia en los nombramientos del Gobierno actual para quien parece que los mayores pertenecemos al armario del olvido. La experiencia que dan los años no se compara a ninguna formación académica, se la consigue en la universidad de la vida, la mejor de todas. No en vano los mayores decimos con orgullo que todo tiempo pasado fue mejor. (O)

Nelly Mercedes Lozada García, Guayaquil