La mediatez que tuvo el juicio entre los actores de Hollywood Johnny Depp versus Amber Heard, se centró en la discusión sobre la violencia de pareja. El juicio por difamación que concluyó el 1 de junio de 2022 es oportuno para discutir los matices de la violencia doméstica como problema social, que rara vez ve la luz el hecho de que una mujer puede ser la victimaria.

Existen hombres que son víctimas de violencia doméstica, la cual puede incluir agresión física, psicológica, mental y sexual para mantener el control sobre la otra persona. Podrían usar la feminidad para su beneficio y acarrear la destrucción de la vida del hombre implicado. En nuestro contexto ecuatoriano, hombres también son víctimas de acusaciones falsas y en ocasiones de violencia doméstica que tiende a considerarse ‘menos grave’ por un sinnúmero de taras socioculturales. Ejerciendo como abogado he observado cómo la falsa victimización es abanderada por mujeres, como estrategia ganadora para hacerse entregar una boleta de alejamiento, extorsionar (con fines que pueden o no pueden ser lícitos), obtener la custodia de menores, como vendetta para destruir la reputación de un hombre; y esto suele coincidir en la mayoría de los casos con el inicio de una nueva relación, y un gran etcétera. He conocido a muchos ‘Johnny Deep’ criollos tachados de violentos, victimarios, sin pruebas y castigados económicamente, y extirpados de la vida de sus hijos. Operadores de justicia rara vez o nunca declaran la temeridad o malicia de quien denuncia falsamente, o litiga sin razón con intención de causar agravio a un tercero. Víctimas masculinas a menudo enfrentan la incredulidad de operadores de justicia y estamentos policiales, y tienen dificultad para encontrar asistencia pública porque los pocos refugios o servicios por abuso doméstico se enfocan en víctimas femeninas. Autoridades no deben reaccionar robóticamente ante denuncias no formalizadas y que en ocasiones no tienen pies ni cabeza. (O)

René José Betancourt Cuadrado, máster en Derecho, Guayaquil