Como todas las ramas de la medicina natural, la helioterapia es otro elemento importante que la naturaleza nos brinda para valernos de ella y sanar nuestros males. Los beneficios del calor que llegan a nuestro cuerpo a través del sol no pueden ser ignorados, debido a la placentera sensación que recibimos.
Los baños de sol fueron aplicados en muchas civilizaciones, lo usaron los griegos, los romanos y posteriormente los árabes, entre quienes encontramos al médico Avicena (980 - 1037), quien afirmó las bondades de los baños de sol para la cura y protección de las enfermedades.
El alemán Christoph Hufeland (1762- 1836), científico investigador de las terapias del calor en el organismo. Posteriormente, el valor de la helioterapia fue totalmente aceptado a nivel médico; se recomendaron los baños de sol en casos de tuberculosis - osteoarticulares, astenias y de múltiples aplicaciones.
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Los ingleses Arthur Downes y Thomas Blunt demostraron en 1877 la capacidad de ciertas reacciones solares de actuar sobre las bacterias y otros organismos. Contemporáneamente, otros investigadores aplicaron los baños de sol sobre las heridas mal cicatrizadas y lo usaron como tratamiento de diversas enfermedades.
La utilización de los rayos solares, aprovechados adecuadamente, son muy positivos en la salud de las personas, porque están comprobados sus efectos sobre la sangre, el sistema circulatorio, sistema nervioso, los huesos, el metabolismo, las glándulas endocrinas y la retina. Sin embargo, este tratamiento no es recomendado para todas las personas con ciertas enfermedades o sensibilidad a los rayos del sol. (O)
José Franco Castillo Celi, psicólogo y médico naturista, Guayaquil