Matan los asesinos y los criminales; ellos sí están armados hasta los dientes y no solicitan ‘permisos’ a nadie. Un cuchillo casero puede servir para preparar alimentos como para apuñalar a alguien. De ahí que el arma no es el problema, sino su mal uso, ya que no se maneja sola. Por ello, primero debemos, con mucha práctica, familiarizarnos y dominar nuestra arma de fuego, y no al revés.

Vale indicar que la tenencia y porte de armas es legal desde los años 80, pero en el 2009 el nefasto presidente de ese entonces (el innombrable prófugo de la justicia escondido en la casa belga), mediante decreto, suspendió su porte para civiles. Ello deduzco que con la ulterior idea de que solo maleantes, sicarios y narcotraficantes las tengan y usen con total libertinaje, y nosotros no podamos defender nuestra integridad física ni nuestro patrimonio material. Y eso no es casual; es una más de las instrucciones del Foro de Sao Paulo (Brasil) y del Grupo de Puebla (México) para que los ciudadanos honestos no podamos defendernos de la violencia salvaje de las dictaduras civiles de izquierda en la región.

Hay que tener presente que la tenencia y el porte de armas de fuego es un derecho, aunque bastante regulado, pero ratificado incluso por la hoy comunista ONU, y se encuentra previsto en el artículo 360 de nuestro Código Orgánico Integral Penal. El reciente Decreto Ejecutivo 707 del 1 de abril de 2023 autoriza el porte de armas de uso civil para defensa personal a nivel nacional a aquellas personas naturales que cumplan los requisitos de conformidad con la ley y el reglamento respectivo, y bajo las autorizaciones correspondientes. Es un cuento muy bien vendido por la extrema zurda marxista que, a mayor cantidad de armas, mayor cantidad de crímenes. La experiencia objetiva en diversos países del mundo demuestra claramente lo contrario. Bajo la teoría del beneficio pensemos por un instante: ¿a quiénes realmente les puede interesar que estemos desarmados? Por eso siempre digo: “Es preferible tener un arma de fuego y no necesitarla, que necesitarla y no tenerla”. (O)

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César Eduardo Benítez Jiménez, abogado, Guayaqui