La Asamblea Nacional aprobó recientemente la Ley de Inteligencia, un marco legal que busca fortalecer la capacidad del Estado frente al crimen organizado, la violencia y el narcotráfico. Sin embargo, su alcance ha generado un fuerte debate: ¿es una herramienta necesaria para la seguridad o un potencial riesgo para las libertades ciudadanas?
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La Constitución, en su artículo 66, reconoce de manera explícita el derecho a la intimidad y a la inviolabilidad de la correspondencia y las comunicaciones. Estos principios, que forman parte de los derechos fundamentales, solo pueden ser limitados bajo estricta motivación legal y control judicial. En la misma línea, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (artículo 12) y la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José (artículo 11), establecen la prohibición de injerencias arbitrarias en la vida privada, protegiendo la dignidad de toda persona frente al poder estatal. La nueva ley concede facultades de recopilación, análisis y gestión de información, con el objetivo de prevenir riesgos internos y externos. En teoría, estas atribuciones son legítimas, ya que permiten anticipar amenazas que comprometan la seguridad nacional. Sin embargo, el riesgo surge cuando tales mecanismos carecen de controles democráticos o se aplican con fines distintos a los previstos. Si no existen límites claros, la vigilancia podría transformarse en una herramienta de persecución política o de restricción indebida de derechos.
Ecuador enfrenta uno de los momentos más críticos de inseguridad en su historia reciente. En este escenario, resulta comprensible que el Estado busque reforzar su capacidad de inteligencia. No obstante, la seguridad no debe edificarse sacrificando la libertad ni la dignidad de los ciudadanos. El reto consiste en aplicar la ley con transparencia, con supervisión judicial y con pleno respeto al marco constitucional e internacional. La vigencia de los derechos humanos no puede ser negociable. (O)
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Elio Roberto Ortega Icaza, mediador y abogado criminalista, El Coca