La integración de los países americanos, más que una idea, es una necesidad imperativa. Actualmente, América Latina sigue sumida en un estado de subdesarrollo y dependencia económica de las grandes potencias; esto se debe a que es una región que al estar relacionada tan profundamente en lo territorial, cultural y social, y que por consiguiente debería estar también relacionada política y económicamente, está dividida en más de una veintena de repúblicas que durante más de 200 años han entablado relaciones con los países europeos y Estados Unidos, y no con sus propios vecinos. Es por esto que, si se quiere fijar un nuevo rumbo para América Latina y el Caribe, la integración es el camino a seguir.
En la actualidad, Ecuador no tiene moneda propia y su situación económica y financiera está a merced de los países que pertenecen a los mercados de la competencia imperfecta. Los gobernantes se pelean a dentelladas para llegar al poder y llenarse los bolsillos de dinero ajeno, y no trabajan, solo asumen por la desesperación de los ciudadanos que estamos ávidos de una esperanza gubernamental seria. La situación social y económica de esta liga de naciones latinoamericanas acentúa una división entre los ciudadanos en sus países y regiones. Gobernantes y fronteras son fáciles de incursionar, ahondando más la situación de hambre, miseria, inmigración, corrupción y narcotráfico que atrofia la economía de los pueblos vulnerables ante una falta de controles fronterizos y de medidas diplomáticas que no han dado solución a estos problemas. Se mantiene el desempleo, la pobreza, la delincuencia, el narcotráfico y el desinterés de ayuda mutua entre los Estados. Como es el caso de Venezuela, que tal parece poco nos importa y que sigan en su situación necrológica, sin visos de solución. Nuestros países latinoamericanos deberían identificarse como una sola patria conforme lo manifestara el célebre diplomático ecuatoriano Dr. Antonio Parra Velasco, allá en el año de 1933 en la Séptima Conferencia de Montevideo en Uruguay, con su Doctrina de la Solidaridad de los Estados, que lo planteó en su momento, y que nos pudo llevar a la consolidación de los países y si hubiere sido factible con una sola moneda. Y, por otra parte, deben los Gobiernos crear bancos de alimentos y de medicinas para la gran mayoría de los ciudadanos en estos países, que buscan vivir y que no pueden producir en sus propios países. Sin embargo, tratan de producir en otros países, aventurándose y arriesgando sus propias vidas. Se visualiza la vanidad de ciertos gobernantes de otros países, por sobresalir sobre los demás, lo que no les permite conjugar el verbo integrar. (O)
José Víctor Hugo Arrobo Reyes, economista y CPA, Guayaquil