Hace ocho días -26 de abril- después de una lucha tenaz contra el enemigo invisible COVID, don Jesús Fichamba tuvo que partir; un ser humano, un artista, un padre de familia, un representante de nuestro país que en su debido tiempo en el Festival de la Canción de la OTI, en España, dejó en alto a nuestra patria en el año 1985.

Si bien es cierto que muchos seres humanos parten prematuramente al llamado del Señor, les hacen honores y reconocimientos después de sus fallecimientos. No los valoraron en vida. No fueron considerados para colocarlos en el lugar que les correspondía. Autoridades, gremios, no deben esperar que estén a punto de recibir los santos óleos, o muertas, para homenajear a las personas por sus aptitudes, cualidades y dones. En vida entreguen a estas personas toda la consideración, cuando pueden sentir esa alegría y respeto.

Cuando las personas homenajeadas ya están muertas no escucharán discursos, no podrán ver el color de las flores, ni los ribetes de oro de las medallas. (O)

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Edwin Francisco Morales Erazo, militar s. p., Quito