Se dice que el morbo es una realidad básica que responde a impulsos de las personas.
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Con la digitalización y las redes sociales estamos más expuestos a cometer acciones morbosas como conocer la vida personal de alguien o ver y compartir imágenes excesivamente violentas.
Dentro de las acciones morbosas se encuentra lo sexual, de mirar, comentar, burlar, desear, exponer a la mujer y su cuerpo como objeto de satisfacción. Lamentablemente, el morbo a las mujeres es una práctica común a la que todas estamos expuestas. Luego de algunos debates con hombres sobre el tema, la triste conclusión es que “es normal”, “todos los hombres lo hacen”. Quiero hacer referencia a dos cosas particulares. La primera es la normalización de estas acciones, es decir, como “todos los hombres lo hacen” y como lo hacen de manera “graciosa”, asumo que las mujeres debemos aceptarlo y si osamos en no hacerlo, somos satanizadoras, ridículas y hasta “feminazis”. Dentro de las normalizaciones, se pierde una pregunta básica: ¿está bien o mal?
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¿Está bien que tu hermana que está trabajando sea morboseada o está mal? ¿Está bien que tu esposa que sale del gimnasio sea observada de manera morbosa o está mal? ¿Está bien que tu nieta sea morboseada por el profesor o está mal? ¿Está bien que tu hija que vive con su padrastro sea morboseada por él o está mal? Si respondieron que está mal a todas las preguntas, voy a lo segundo: reflexionen. Dejemos de lado las excusas y la victimización de las personas que cometen estas cosas y de apuntar como “malignas” a las mujeres que nos oponemos a comentarios y acciones morbosas. Aceptar que está mal es un gran paso para cambiar una realidad que hasta la actualidad está llena de justificaciones que amparan el morbo a la mujer como si fuera una necesidad básica. (O)
Daniela Febres-Cordero Buendía, máster en Intervención Social, politóloga; avenida Samborondón