Este mes cumplo 71 años. Comprendo que esta obsesión del ser humano por controlar el tiempo haya llegado a “institucionalizarse” en los hogares, lugares de trabajo y colegios. La edad nos encasilla o clasifica en grupos homogéneos y afines en aquellos momentos en los que coincidimos creciendo en el mismo barrio, colegio, instituto, universidad o centro de trabajo. La andadura por esta vida es la realidad con la que se puede imaginar la mejor película u obra de teatro jamás escrita. Esta es todavía más intensa que cualquier meta intelectual imaginada o de cualquier premio de excelencia ideado, tan frecuentes en esta sociedad del culto al ego como última y falsa recompensa a lo banal e insignificante.
Conexiones que nutren: del wifi al alma
En mi cumpleaños estará presente un ser muy especial y desconocido: la persona donante de órganos que hace más de un año me regaló sus pulmones para el trasplante. No sé quién es ni dónde nació ni a qué se dedicó, pero en mi pecho está presente para insuflarme el oxígeno necesario que me permite agarrarme a esta preciada vida.
Por siempre, mil veces gracias a mi querido amigo desconocido. (O)
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Jesús Sánchez-Ajofrín Reverte, Albacete, España