El 3 de mayo de 2007, Correa crea la Comisión de la Verdad con el objetivo de investigar violaciones a los DD. HH. direccionadas al gobierno de León Febres-Cordero (1984-1988). Además de sus miembros titulares, se nombró un Comité de Soporte, que fue conformado por Mireya Cárdenas, quien formó parte activa de los subversivos, Clara Merino y Francisco Acosta, familiares de los miembros de AVC. Este comité a las claras tenía sus propios intereses; es decir, se constituyeron en “jueces y parte”.
Los Estados, a través de sus Gobiernos legítimos, tienen la obligación de proteger a la sociedad de la insurgencia organizada, armada y apoyada por un aparato político, cuyo objetivo es tomar el poder por las armas. Ante esta situación, el Gobierno se ve obligado al uso de la fuerza para neutralizar y destruir a esas organizaciones que operan al margen de la ley, en contra de la seguridad del Estado y el orden constituido de un país.
Ahora, resulta insólito que miembros de las Fuerzas Armadas son acusados de haber cometido crímenes de lesa humanidad, desconociendo deliberadamente lo que ello significa: “Es un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, que incluye actos como exterminio, asesinato, tortura, esclavitud, violación y desaparición forzada. Estos crímenes son tan graves que se consideran ataques contra la humanidad en su conjunto, independientemente de la motivación o la víctima individual”. Esto solo se vio en Núremberg, que enjuició a los nazis de alto rango acusados de crímenes de lesa humanidad: asesinatos, exterminio, esclavitud y deportación de poblaciones civiles.
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No hay que olvidar que respetar los derechos humanos implica un compromiso ético de la sociedad, libre de venganzas, odios, revanchismos y de veladas intenciones. Se entiende que los derechos humanos son para todos, no interesa si es blanco, cholo, indio, mestizo; ni qué religión profesa ni cuál es su ideología. Por desgracia, para el militar o policía que es víctima de subversivos o delincuentes no hay derechos humanos; no consideran que es un ser humano que por su muerte lloran sus padres, esposa, hijos o novias.
Resulta extraño que por haber cumplido fielmente su deber están procesados brillantes oficiales, insólitamente acusados de crímenes de lesa humanidad. Mientras tanto, aquellos subversivos que asesinaron, que robaron armas, asaltaron bancos, secuestraron e intentaron tomarse el poder por las armas recibieron honores, condecoraciones, y muchos de ellos fueron parte del Gobierno más nefasto de la historia de nuestro país.
Estos oficiales y sus familias han vivido 40 años de un verdadero calvario. Solo se pide justicia. (O)
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Alberto Molina Flores, coronel (s. p.), Samborondón


















