Estamos en puertas de una gran celebración cristiana de gran magnitud a nivel mundial. Recordamos nada más que el nacimiento de ese ser espiritual, indulgente y bondadoso llamado Jesús: el humilde nazareno que nació en un pesebre y al que veneramos de corazón.

Sin lugar a dudas, esta es una fiesta que nos invita a reflexionar sobre lo bueno y lo malo de nuestro comportamiento, siempre y cuando tengamos la buena intención y el afán de enmendarlo.

Los obsequios, excepto aquellos para los niños, carecen de importancia; lo principal es disfrutarlo en familia, con amigos, compañeros, vecinos, etc.

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Dejemos de lado el egoísmo, la maldad y la prepotencia y dirijamos nuestra mirada a los más humildes y necesitados, haciendo acopio de generosidad, empatía y amor al prójimo, al menos en estas fechas significativas.

A propósito de los más necesitados, hubiese sido bueno que, al menos en esta época, el SRI cumpla oportunamente con la devolución del IVA a los adultos mayores y discapacitados, pues se trata de un mes en el que todos, ricos y pobres, deseamos pasar en familia y nos hace tanta falta este dinerito extra que, por justicia, nos corresponde; al menos si consideramos que no se trata de una “dádiva”, sino de la obligación que tiene el Estado de proteger a los más vulnerables, pues con saludos y buenos deseos no se alimentan los pobres de mi patria. Hagamos justicia para que Dios haga presencia en nuestros corazones. (O)

Fabiola Carrera Alemán, Quito