Es impresionante como se tergiversa el concepto de amar al dinero más que a las otras personas, en donde prevalece el beneficio propio sin importar el daño que causamos a los demás. Es increíble como los seres humanos solo valemos por lo que tenemos, sean bienes o dinero, mas, no por lo que podemos aportar con nuestros principios y valores. Es en ese instante cuando se revelan las verdaderas intenciones del corazón, ese momento que nos damos cuenta que existen personas que buscan aprovecharse y servirse de nosotros buscando su beneficio personal.

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El corazón humano es un terreno profundo en donde muchos viven con máscaras incluso ante sí mismo. Es muy fácil caer en manipulaciones sutiles y disfrazadas; te buscan cuando necesitan algo de ti, ya sea apoyo, compañía, dinero, poder, protección o afecto. Es entonces cuando se acercan con un tono de voz repleto de palabras dulces, gestos amables y promesas de lealtad, pero su cercanía no nace del amor sino de la conveniencia. Cuando no obtienen su cometido se enfurecen rechazándote y alejándose de ti sin remordimiento alguno, haciéndote sentir culpable con el vil deseo de tenerte en sus manos nuevamente. Sin embargo, lo doloroso no es la ausencia de aquella persona que confiabas ciegamente, sino cuando descubres que la fidelidad que te ofrecía tenía fecha de caducidad.

Las personas suelen esconder lo que realmente quieren como un mago esconde al conejo debajo de su capa frente a los ojos de los espectadores, asimismo, el manipulador juega hábilmente con tu mente y con tus emociones. Pueden hablar de amistad, pero anhelar influencias, pueden hablar de amor, pero desear control o incluso pueden llamarte ‘hermano’, mientras en su interior te visualizan como un escalón para pisar y que ellos puedan llegar más alto. Por lo tanto, debemos estar alertas y cuestionar cualquier información que recibimos para discernir si estamos frente a una persona que nos está manipulando o no.

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Les recomiendo que escuchen más allá de las palabras, en los gestos, las ausencias y reacciones sinceras que dicen más que mil discursos. Que vean más allá de lo que sus ojos pueden observar y que escuchen a su conciencia que les dirá que hay algo oculto en el deseo de la otra persona. Hay casos en los que no queda más remedio que establecer una distancia, al menos una distancia psicológica del manipulador. Si creen que el manipulador no va a respetar sus derechos, es conveniente establecer una relación cortés, pero con límites. La confianza se construye con tiempo, no con emociones momentáneas. Cuando alguien ya no te necesita y aun así te elige, ahí hay amor real. (O)

Julián Barragán R., máster en Negocios Internacionales, Guayaquil