Poder salir de esta rueda absurda, en donde giramos sin parar, por la dejadez de lo que nos abduce en nuestra cretina ceguera, sería un buen reto para dar paso a la fantasía. Sí, esa fantasía que, en nuestra infancia, nos permitía viajar a mundos imaginarios y diversos. Con el paso de los años, y de los comprometidos vericuetos que la vida nos impone, dejar correr aire fresco y soñar con nuestra imaginación nos dará libertad para contrarrestar el gran peso de la contundente racionalidad. Los abuelos y los nietos en edad temprana bajan a ese nivel fantástico de manera natural. (O)
Jesús Sánchez-Ajofrín Reverte, Albacete, España