El diálogo es el camino para el consenso cívico, la prosperidad y el desarrollo social en esta hora de crisis. Pero debe ser positivo, generoso y ético. Exige renunciamientos y rectificaciones. Todos estamos llamados a dialogar.

Si bien el Gobierno ha tenido algunos aciertos, también le está fallando al pueblo y ha perdido credibilidad. Carece de un plan de desarrollo, no cuenta con un equipo asesor confiable, incumplió su promesa y subió impuestos, envió a la Asamblea proyectos de ley con inconsistencias; la inseguridad y violencia campean. No tiene idea de qué pasó con el radar de Montecristi; los pacientes no reciben medicinas; sospechosa entrada y salida de un delincuente al recinto de la defensa (?); infraestructura educativa y hospitalaria en escombros. Consejo de Participación inepto y mediocre; muchos profesionales del derecho y operativos de la justicia corruptos; sospechosa solicitud de extradición de Correa con posterioridad al refugio político recibido; SNAI no da pie con bola; organismos de control sin titulares; Fuerzas Armadas y Policía contaminadas por corrupción. Asamblea Nacional integrada en su mayoría por incapaces y corruptos y dedicada a bloquear proyectos importantes, otorgar amnistía a delincuentes, socapar a quien incitó a que “roben bien”, buscar impunidad para sentenciados. Políticos y ciertos gremios empresariales y sindicales solo exigen beneficios y privilegios para sus propios intereses, solo imponen. Mientras eso ocurre, las grandes mayorías siguen postergadas, sin justicia ni empleo ni seguridad ni esperanza. En definitiva, el presidente no tiene con quién dialogar. La consulta popular es el camino, siempre y cuando se oriente a cambiar procesos, proyectos e instituciones que beneficien a pobres e incentiven la producción y el empleo. Necesitamos que el Gobierno tenga liderazgo, un plan de desarrollo y un equipo asesor y ministerial calificado y no contaminado. ¿Será posible? (O)

Gonzalo Fabián Albuja Chaves, economista, Quito