El artículo titulado ‘Evaluación educativa’ de Roberto Passailaigue constituye una reflexión crítica y necesaria sobre el verdadero sentido de la evaluación dentro del sistema educativo ecuatoriano. El autor acierta al recordar que el fin de la educación no es simplemente aprobar niveles o alcanzar títulos, sino desarrollar competencias, habilidades y conocimientos que permitan a los estudiantes aportar a la transformación de la sociedad, esta visión se encuentra respaldada por el artículo 343 de la Constitución del Ecuador, que establece que la educación debe fomentar la capacidad crítica y creativa de las personas, así como el desarrollo integral de su personalidad y ciudadanía.

Una generación atrapada entre la experiencia y la exclusión laboral

Uno de los ejes más relevantes del texto es su defensa de una evaluación permanente, continua, rigurosa y articulada al proceso formativo, esta idea está respaldada por el Reglamento General a la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI), que en sus artículos 18 al 21 establece que la evaluación debe ser continua, integral, contextualizada y con retroalimentación oportuna, fomentando la mejora de los aprendizajes, en este proceso, el docente cumple un rol clave como mediador pedagógico, lo que exige su constante actualización en instrumentos, estrategias evaluativas y uso de resultados, de modo que su praxis sea coherente con los principios de equidad, calidad y pertinencia.

El artículo también realiza una crítica frontal –y en muchos aspectos acertada– al debilitamiento institucional frente al facilismo académico, la falta de exigencia y la permisividad en el sistema educativo. Los resultados de las pruebas Ser Estudiante (2024-2025), mencionados por el autor, evidencian falencias graves en competencias básicas como razonamiento lógico, comprensión lectora y pensamiento crítico, lo que compromete seriamente el ingreso y permanencia en la educación superior, la falta de autoridad institucional, de compromiso familiar y de políticas coherentes de acompañamiento escolar son elementos que, según el autor, deben ser enfrentados con urgencia y decisión por parte del Estado.

Publicidad

La esencia de la humanidad son los niños

Sin embargo, resulta discutible la afirmación de que los exámenes no generan afectaciones emocionales o psicológicas en los estudiantes, si bien la evaluación es necesaria y no debe ser evitada, diversos estudios recientes en pedagogía, psicología educativa y neuroeducación, alertan sobre el estrés y la ansiedad asociados a prácticas evaluativas mal diseñadas o descontextualizadas, este aspecto no debe ser ignorado. La evaluación debe ser rigurosa, sí, pero también humana, inclusiva y respetuosa de los ritmos de aprendizaje, con todo, el artículo aporta un llamado válido a recuperar la seriedad de la evaluación como pilar de calidad educativa; a mala educación, mala evaluación, pero también, a buena evaluación, mejores aprendizajes y oportunidades. (O)

Roberto Rojas Vera, docente jubilado, Guayaquil