El impuesto que empezó a regir desde el 1 de enero de 2022 a todo ciudadano que gana desde $ 2.000 es una sonora bofetada del presidente de la República, Guillermo Lasso, a aquellos que luchan por sobrevivir con esa cantidad mensualmente, incumpliendo su promesa de campaña de no aplicar nuevos impuestos.
Claramente se ve que este señor, Lasso, no tiene ni la menor idea de lo que es sobrevivir en estas épocas de precios altos y de una pandemia de COVID (ómicron) con esa mísera cantidad. A él definitivamente no le falta la plata, por eso su indolencia. Este impuesto debió ser aplicado a personas con ingresos a partir de los $ 4.000 o $5.000 que están en una mejor posición de afrontar tal despropósito, que sirve únicamente para seguir manteniendo a los pipones del Estado y a los ‘pobrecitos’ que ni locos querrán trabajar sabiendo que el Estado los mantendrá, con la plata de los que se quiebran el lomo trabajando. El peor error fue haber votado por él. (O)
Nelly Lozada García, jubilada, Guayaquil