En un entorno donde el acceso al crédito continúa siendo un pilar fundamental para el crecimiento económico, especialmente de las microempresas y los emprendedores, es momento de reflexionar sobre la diversidad o, mejor dicho, la falta de ella en los sistemas de amortización que ofrece el sistema financiero ecuatoriano. El método francés, con sus cuotas constantes, y el sistema alemán, con su carga inicial de capital, han dominado el panorama crediticio durante décadas. Pero ¿y si existiera otra opción que podría ofrecer una solución más flexible a sectores con flujos de ingresos irregulares?
Ese es justamente el enfoque del método de amortización americano: pagos periódicos que cubren solo los intereses y un único pago del capital al final del contrato. Una modalidad sencilla en su estructura, pero compleja en su implementación para un país donde la educación financiera aún presenta vacíos preocupantes.
En otros mercados, este método ha demostrado ser una herramienta útil, especialmente para prestatarios que anticipan ingresos futuros importantes o cuyos negocios dependen de ciclos largos de producción y ventas. En Ecuador, sectores como el agrícola, comercial o de emprendimiento informal podrían beneficiarse enormemente si se les permitiera optar por esta alternativa.
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No obstante, la implementación de este sistema en nuestro país no está exenta de desafíos. Requiere ajustes regulatorios, rediseño de productos crediticios y, sobre todo, una campaña masiva de educación financiera que prepare a los usuarios para manejar un modelo donde el capital se paga en una sola cuota final, una propuesta que puede ser riesgosa si no se planifica adecuadamente.
Las entidades financieras, por su parte, deben dejar de lado la resistencia tradicional al cambio. Abrirse a nuevos modelos de amortización no solo puede diversificar su cartera de clientes, sino también apoyar la inclusión financiera, un objetivo que el país persigue con urgencia.
Desde esta tribuna, hacemos un llamado a las autoridades regulatorias, instituciones bancarias, cooperativas del sector financiero y universidades: ha llegado el momento de pilotar alternativas que puedan responder mejor a las realidades económicas del Ecuador profundo. El sistema de amortización americano no debe verse como una amenaza, sino como una oportunidad. Pero como toda oportunidad, debe ser abordada con responsabilidad, planificación y visión de futuro. (O)
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Jorge Ortiz Merchán, máster en Economía y Políticas Públicas, Durán