El ensimismamiento que nos perturba (bajo el paraguas del propio ego) convierte en ceguera general la humanidad de la que procedemos. Al igual que se atropella una paloma (u otro pequeño animal) con las ruedas de un vehículo por las calles de cualquier ciudad mundana, y queda aplastada entre el asfalto, hasta desintegrarse, así es como el ajetreado ritmo de esta sociedad acaba con la vida de cualquier ser vivo. Qué pena me produce pasar en el autobús por encima de esa mancha sin forma que, en su día, albergó vida en libertad. (O)
Jesús Sánchez-Ajofrín Reverte, Albacete, España