Para todos los ecuatorianos, aficionados o no al fútbol, o para quienes han practicado este hermoso deporte y han tenido la suerte de escuchar nuestro himno nacional y ver nuestra bandera flamear en los partidos de nuestra selección en los cuatro mundiales anteriores, nos emociona esta quinta participación a un mundial de fútbol.

Sin embargo, llama la atención, o por lo menos a mí me llama la atención, que un partido decisivo para la ubicación de la selección ecuatoriana de fútbol, se haya cambiado de sede y se lo quiera jugar en el llano.

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Considero que no es lo mismo clasificar segundos que clasificar quintos o sextos. Con seis selecciones que van al mundial directamente y una a “repechaje”: era “obligatorio” clasificar por la calidad y experiencia de muchos de los jugadores de la selección.

Es verdad que la mayoría de los jugadores juegan a nivel del mar o en el llano, y que cuando juegan en Quito les afecta, pero también es verdad que, la mayoría de ellos son costeños y han hecho su formación en la Sierra, para luego salir al exterior. Quienes hayan jugado fútbol y también “los expertos” saben que el organismo “tiene memoria”, y que al jugar nuevamente en Quito afecta física y psicológicamente, pero no es igual para quienes no han tenido esas experiencias, como es el caso de los jugadores argentinos.

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Cualesquiera que sean las razones para cambiar la sede del partido con Argentina, no deberían estar por sobre los intereses deportivos del Ecuador. Hemos superado, en muchos ámbitos, el regionalismo, que hizo tanto daño al deporte y al país en general. A las cuatro regiones, por igual, nos emociona la participación de nuestra selección y que este quinto mundial supere a todos los anteriores, ya hemos “aprendido” a jugar mundiales y es una obligación hacerlo bien. (O)

Francisco Almeida Caviedes, Quito