No lo conocí más que por la televisión y últimamente en las redes sociales... Pero sí fui su simpatizante porque él tenía esa magia de los predestinados para encantar, aunque nunca haya cruzado una palabra con él...; tenía el don, el carisma de los iluminados, esos que te incitan a poner las manos al fuego por su causa sin importar las consecuencias y salir bien librado.

He escuchado que el país ha perdido a un gran hombre, irremplazable; para sus familiares y allegados, un gran amigo. ¿Quién no quisiera un amigo como él? ¿Quién no deploró su muerte? ¿Quién no se cuestionó: habiendo tantos malos y corruptos políticos, por qué él?, tal vez porque esa era su misión, dejar como legado que no todos los buenos tendrán una larga vida, y que tenemos que saber distinguir entre un auténtico amigo que ante situaciones difíciles es capaz de entregarse total y desinteresadamente por las causas loables; y entre otro que al primer tambaleo nos abandona. Oro al Creador para que su familia tenga consuelo en su aflicción, y por César Monge, para que su alma encuentre la paz en el cielo. Lo pido porque, aunque no era mi amigo, para muchos mostró ser un gran maestro y líder. ¡Que así sea! (O)

Roberto Montalván Morla, músico, Guayaquil