No se entendería la disputa entre el Reino Unido y Europa por la vacuna contra el COVID-19 si no fuera por el estado de ansiedad global, que lleva a pensar que otro se está aprovechando de lo que debían darte a ti.

Pasa lo mismo en España con el reproche a quienes se saltan la cola de vacunación prevista, generando odios y discriminaciones que acaban en despidos y renuncias de funcionarios.

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La inmensa mayoría de los españoles espera pacientemente que les llegue el turno de vacunarse alguna vez, sin hacer mucho caso a las profecías del Gobierno de que será antes del verano, cuando todos hemos podido comprobar que el don de profecía no abunda; sin embargo, ese tono profético sí excita a creer que están ninguneando ese ‘¿qué hay de lo mío?’, tan idiosincrático de la cultureta hispánica.

Todo llegará, aunque nadie sabe cuándo: ni los ingleses, ni los turcos, ni los chinos, ni el Gobierno, ni toda la gente que siempre se están peleando para ver a quién le toca (el turno de la vacunación) antes. (O)

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Jesús D. Martínez Madrid, Girona, España