La más grande lección que no hemos sido capaces de disfrutar es la que nos dio Dios al hacerlo todo en silencio. Recuerden que las palabras solo son el envase, lo esencial es el espíritu que se manifiesta en silencio con la meditación, un diálogo íntimo de la conciencia con Dios.

Dios lo hizo todo en silencio y deja que las cosas se manifiesten por sí solas, ¿quién y de dónde aprendieron los pájaros a hacer sus nidos?; ¿cómo la luz del sol hace reverdecer las plantas para que nos nutran de oxígeno?; ¿de dónde aprendió la Luna a convulsionar los mares?; ¿desde cuándo los ojos aprendieron a ver?

El juicio apresurado: la trampa de idealizar a los demás

Ahora estoy solo a las cuatro de la mañana, ¡qué hermoso el silencio!, es como una suave brisa espiritual que te llena la mente y el alma.

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Wayne Dyer, mi escritor favorito, es muy observador y dice: “observa la hierba cómo crece sola”. Tengo una mata de mangos y cada día que salgo veo cómo se esmera en ver crecer sus frutos, todo en silencio, sin ruido. También tengo una mata de guineo y veo cómo crecen cada día y en silencio. Veo como la Luna y las estrellas están brillando en silencio y ya tienen siglos; observo que todo lo creado viene del silencio cuando se une el ADN con el ARN, ¿quién hizo el átomo, las células, el cuerpo, la inteligencia y el alma? Me imagino a Thomas Edison observando y meditando hasta lograr hacer el bombillo eléctrico del cual hasta ahora todos nos beneficiamos y a Alexander Fleming observando el penicillium chrysogenum cómo devoraba las bacterias.

Arte, historia y aroma a café

Hay que darse un tiempo en medio del mundanal ruido para tener unas horas de meditación. Recuerde siempre que nadie lo puede hacer sufrir sin su consentimiento, que todo lo maneja Dios y la mente, que cuando se vaya a dormir solo piense en las cosas buenas, las malas las resolverá el siguiente día. (O)

Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro