La mayoría de personas suele prestar poca atención a las enfermedades, peor a las del hígado. En mi vida de doctor en medicina y cirugía qué no he visto, pacientes ictéricos “color amarillento de la piel por el derrame de bilis”, que algunos se han curado y otros que se han muerto de una hepatitis fulminante, unos que se han puesto ictéricos por un cálculo en los conductos biliares, otros por un cáncer en la cabeza de páncreas, otros por la hepatitis A, B, C, D, E, G, otros por cirrosis.

La Organización Mundial de la Salud declaró el 28 de julio como el Día Mundial contra la Hepatitis. Las hepatitis virales son un peligro, se ha comprobado que el 57 % de la cirrosis hepática y el 78% del cáncer primario del hígado son producidos por el virus de la hepatitis B o C.

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Las hepatitis más comunes son la A, B y C. La A es infecciosa, se la adquiere por la boca con el agua o alimentos contaminados, la B y la C por medio de jeringuillas contaminadas o por vía sexual.

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¿Cómo prevenirla? Lavarse las manos al salir del baño y al sentarse a comer; asegúrese de que el agua esté previamente hervida o que sea potable, lo mismo los alimentos, verduras y frutas bien lavadas y limpias; no tener contacto con sangre o fluidos de otras personas, las hepatitis B y C se las previenen con las vacunas.

El éxito personal

La hepatitis B es la más peligrosa, según investigaciones, porque se puede hacer crónica y convertirse en una cirrosis o un cáncer de hígado. Hay otras causas de la hepatitis como son el consumo excesivo de alcohol, enfermedades autoinmunes, sustancias tóxicas y algunos remedios que afectan al hígado.

Los síntomas de la hepatitis son por lo general: pérdida del apetito, náuseas, vómitos, fatiga, orina oscura, dolor abdominal, ictericia, heces pálidas, picazón del cuerpo. El tratamiento es sintomático: reposo, hidratación y remedios adecuados. (O)

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Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro