Napoleón Bonaparte, militar que se convirtió en emperador, por referéndum constitucional del pueblo francés en 1804, y gobernó hasta 1815, dejó para la posteridad esta frase: “La victoria tiene 100 padres, la derrota es huérfana”, como decir que todos los vencedores –en diversas instancias– se apuntan a reclamar la victoria y a rechazar la derrota como una peste.

Así ocurre con la derrota irrefutable del ‘no’ en el referéndum y consulta popular promovida por el Gobierno del presidente Daniel Noboa Azín, cuando se aprestaba a cumplir un año de su gestión gubernamental.

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Más allá de los pronunciamientos de los autoproclamados “videntes” –políticos y pseudopolitólogos–, comentaristas de los medios de comunicación y redes sociales que pululan por mil, aportamos nuestra modesta opinión, porque luchamos por la reanudación de la democracia en el Ecuador formando parte del equipo de prensa del presidente Jaime Roldós Aguilera, y como estudioso de la historia política, desde la fundación de la república en 1830, incluidos gobiernos civiles y militares.

Las derrotas en las consultas populares promovidas desde el presidente León Febres-Cordero y después en los gobiernos de Sixto Durán-Ballén y Guillermo Lasso son resultados adversos a los textos consultados, y del rechazo en cada época, contra los mandatarios en funciones.

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En la consulta del presidente Noboa ha ocurrido lo mismo, por la deficiente redacción de los textos expuestos en las papeletas de votación, casi incomprensibles y contradictorios ante lo que resultaba evidente y razonable, como de instalar bases militares para combatir el narcotráfico, reducir el número de asambleístas y no entregar recursos públicos para campañas de los partidos y movimientos políticos, incluyendo la posibilidad de una nueva constituyente.

Un ciudadano, de mediana cultura, es imposible que se pronuncie en contra de lo que afecta al normal funcionamiento de las instituciones y el uso racional de los recursos económicos del Estado, producto del pago de los impuestos y que el Gobierno debe siempre tener en cuenta para satisfacer las necesidades de la población y del país, para combatir la inseguridad y la violencia delictiva, resolver los problemas de la educación, la salud, el desempleo, y del IESS para protección de los jubilados y pensionistas.

En consecuencia, el pronunciamiento ciudadano del domingo 16 de noviembre pasado no fue solo de rechazo para el cuestionado texto de las preguntas, fue una decisión de los votantes en contra de la acción nugatoria del equipo presidencial que afectó la imagen del presidente. Algunos de los ministros del gabinete ya han comenzado a renunciar, para dejar al mandatario incorporar a nuevos cuadros con más ejecutividad.

En definitiva, un presidente debe tener en cuenta que su cargo es de alta responsabilidad y no para convertirlo en un equipo familiar o de amistad de aduladores, que se cree lo defenderán en los momentos más difíciles de su administración, cuando no tienen argumentos valederos ni capacidad para convencer a una población que piensa lo contrario, aunque reciba bonos o décimos adelantados.

Al final Napoleón Bonaparte fue derrotado en la famosa batalla de Waterloo cuando pretendió expandir su imperio en Europa y terminó siendo llevado a prisión, donde murió aislado. (O)

Francisco Medina Manrique, periodista, Guayaquil