No es ignorancia, esto va más allá. Hay una mezcla de quemeimportismo, lujuria, desprecio a la vida, prepotencia de pensar que a mí no me infecta, irrespeto por el prójimo y vivir para sí y porque sí. La historia que leíamos de los tiempos antiguos del desenfreno que se vivía y que muchos lo considerábamos fantasías creadas para mantenernos a raya viviendo con el temor del castigo divino, se cumplen una vez más porque esta raza humana no aprende las lecciones.

El virus (coronavirus) sea de donde sea que haya salido es real y está haciendo su parte, descubrir la estupidez de la humanidad de querer vivir en el placer sin importarle el resto del planeta y sus habitantes. Lo que hemos visto en estos días solo en Ecuador para tener como ejemplo, nos llena de estupor, no solamente por el comportamiento criminal de la masa, sino por la indiferencia total y absoluta de las autoridades que se han graduado con honores de expertos en estadísticas, cuadros perfectos de curvas que suben y bajan sin sentido, mientras los números nadie los conoce porque la realidad es otra.

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La ridiculez: estar felices porque llegaron 8.000 vacunas por el COVID-19, cuando necesitamos 12 o 24 millones, según sea el caso. Nos queda resignación y cuidar a nuestra gente casa adentro, y esperar lo que Dios quiera que pase. (O)

Jaime Oswaldo Toro García, arquitecto, Guayaquil