La solución es sencilla, para transformar la realidad de pobreza y atraso que afecta a gran parte de la población, es imperativo que el Gobierno actúe. Se deben eliminar las barreras y corregir las brechas entre quienes tienen menos y quienes poseen más, fomentando la educación, la cultura y el deporte.
Inseguridad, un detonante que afecta al desarrollo económico
Ecuador, como país inherentemente rico, no tiene nada que envidiar a nadie. Podríamos alcanzar el estatus de potencia mundial si así lo decidiéramos, pero esto requiere un enfoque prioritario en los más necesitados.
Nuestro objetivo como nación debe ser que los pobres dejen de serlo, o que, si no es en esta generación, el cambio sea generacional, forjando familias más prósperas que, a su vez, puedan guiar y apoyar a quienes sigan ese mismo camino, solo así podremos ver un cambio positivo. (O)
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Julio César Ligua Alvarado, Guayaquil