No depende de nadie, por lo menos en las sociedades libres cada cual escoge su vida, ni siquiera el padre ni la madre, es la intuición, el sentido común, la reflexión. Mi padre, tornero del ingenio Valdez quería que yo siguiera su oficio, de una le dije que no me gustaba eso y que yo quería ser médico aquí en Milagro.

Molesté hasta que me mandaron a estudiar, me gustó el orden, la disciplina, el estudio, el deporte, estudiaba una hora de mañana y una hora de noche obligado, no había ni televisión, ni celulares; me leí todos los clásicos de la sabiduría y los mejores libros, como la Biblia, La Ilíada, La Odisea, Don Quijote de la Mancha y La divina comedia.

¿Y qué es el amor?

Años más tarde me fui a Cuenca y me concentré durante ocho años hasta finalmente convertirme en el médico que tanto soñé. Después vine a Guayaquil a estudiar periodismo y aquí estoy, soy libre, jamás me gustó trabajar para nadie, porque si no es el patrón es el Estado el que te explota.

Publicidad

Me encanta leer a los sabios clásicos, uno de los que más me impresionó fue Confucio, un filósofo chino muy sabio, él decía que si no se respeta lo sagrado no hay nada sobre lo cual se pueda edificar una conducta. También decía que detestaba que se confunda la cizaña con la verdad y estoy de acuerdo en eso. En mi caso detesto que las palabras retorcidas se confundan con la rectitud, detesto que el discurso hábil se confunda con la sinceridad, detesto que se llamen honestos a los que verdaderamente no lo son.

El amor y sus facetas

El que ofende al cielo no tiene a quien rogar y es presa más fácil de los vicios. Me agrada vivir entre cosas sencillas como un buen plato de arroz para comer, agua para beber y mi brazo doblado bajo mi almohada para dormir. La vida la hace cada quien y su felicidad dependerá de sus esfuerzos, porque quien espera dádivas vivirá en la miseria siempre. (O)

Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro