Escribir cartas siempre es una forma de dialogar con la realidad, un intento de cuestionarla y entenderla. Sé que nadie ha salvado al mundo escribiendo cartas, pero creo que son textos que pueden hacernos reflexionar, por más efímero y personal que sea. No pretendo tener ninguna verdad, sino ofrecer una perspectiva personal que pueda enriquecer cualquier debate. A veces parecería que ofrecemos verdades, pero no lo hacemos, por más robusto que pudiese ser nuestro estilo. Sin embargo, esta carta no es un análisis crítico, sino una introspección sincera. En esta ocasión, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el año que concluye y el que comienza.

El año que se va

El 2023 fue testigo de momentos buenos, malos y desafiantes en nuestro país. Las festividades de fin de año nos brindan la oportunidad de reflexionar sobre aspectos fundamentales de nuestra existencia, cuestionándonos sobre el propósito de la vida y si debemos centrarnos en lo que merecemos o en lo que construimos. Aunque la rutina diaria a menudo nos distrae, eventos significativos o particularmente personales, nos llaman a examinar detenidamente nuestras vidas.

Publicidad

Hemos tenido que adaptarnos a una nueva realidad, a una nueva forma de vivir, de trabajar, de relacionarnos. Hemos tenido que cuidarnos unos a otros, a nosotros mismos. Hemos tenido que enfrentar nuestros miedos, nuestras angustias, nuestras frustraciones. Pero también hemos podido disfrutar de las pequeñas cosas, de los momentos compartidos, de la vida, de las alegrías cotidianas. Hemos podido valorar lo que tenemos, lo que somos, lo que queremos.

Este año nos ha mostrado lo vulnerables que somos, poniendo de relieve la importancia de cuidar lo esencial. El miedo y el duelo por los que se han ido nos motivan a cultivar valores como la solidaridad y el compromiso, imprescindibles para crear un mundo más fuerte.

Publicidad

Horarios de misas por año nuevo 2024 en Guayaquil y Samborondón

La construcción de una vida significativa requiere un compromiso diario. Aceptar las experiencias, tanto las alegres como las tristes, nos muestra que nuestra identidad está en constante construcción. El crecimiento está vinculado a cambios en nuestros valores y perspectivas, y la clave es avanzar con gratitud y comprender que la vida es un proceso constante, una impermanencia. Aprender a construir logros mediante esfuerzos metódicos es más útil que cuestionar si merecemos o no ciertos resultados.

Cada año que se inicia nos trae la ilusión de un futuro mejor, de un mundo más justo, de una sociedad más humana. Nos trae la invitación a seguir participando, a seguir opinando, a seguir dialogando. Nos trae la responsabilidad de seguir cuidando, de seguir aportando, de seguir transformando.

Sé que no ha sido fácil enfrentar los desafíos que nos ha planteado el mundo en los últimos años, un mundo marcado por la violencia e injusticia. Pero también sé que hemos demostrado nuestra capacidad de resistir, de adaptarnos y de sobreponernos. Y eso nos debería llenar de esperanza.

Nochevieja

Tengo la esperanza de que podamos superar las dificultades que se presenten en el 2024. Esperanza de que podremos cumplir nuestros sueños y nuestros propósitos. Esperanza de que podremos vivir en paz y en armonía; esperanza de que podamos hacer del mundo, al menos un poco mejor para todos. Por eso, al celebrar el inicio de un nuevo año, los invito a reflexionar sobre lo que hemos hecho y lo que podemos hacer mejor. Los invito a renovar nuestro compromiso con nosotros mismos y con los demás. Los invito a seguir creyendo que un futuro próspero es posible.

Que el año 2024 les brinde no solo prosperidad y tranquilidad, sino especialmente salud, el tiempo necesario para disfrutarla y la entereza para seguir adelante. Aférrense a sus valores, enfoquen sus afectos y sigan construyendo nuevos objetivos. Que el camino que emprendan sea fructífero.

¡Feliz año nuevo! (O)

Juan Francisco Yépez Tamayo, abogado, Guayaquil