Hace pocos días Pablo Arosemena, presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil, publicó en este diario una columna titulada 'Sobredosis de aranceles'. En dicho artículo criticaba el aumento de aranceles para los televisores de 50 a 75 pulgadas. Además, recomendaba rehabilitar el sistema comercial del país, a través de una reducción arancelaria para proteger el bolsillo de los ciudadanos. Ante el problema generado, el Gobierno decidió suspender hasta el 31 de diciembre la resolución que aumentaba los aranceles para televisores.

A pesar de este acierto, el sistema arancelario se ha convertido en un mecanismo de recaudación fiscal desde el Gobierno anterior. Este sistema perjudica a los negocios y encarece el consumo de los hogares. Según cifras del Banco Central, el promedio anual por ingresos arancelarios se ubicó en $1.545 millones entre 2013 y 2019, superando las recaudaciones del Impuesto a la Salida de Divisas (ISD) y el Impuesto a los Consumos Especiales (ICE).

De acuerdo a una investigación de Ecuador Libre, los bienes importados pagan aranceles que fluctúan entre 3,75 y 85,5 %. Los productos que pagan aranceles se clasifican en 21 secciones, de las cuales solo dos tienen como tarifa máxima un arancel ad valorem inferior al 30 %. En consecuencia, la carne de gallina y pavo tienen un arancel entre 45 y 85,5 %. El arroz importado llega a tener un arancel de 67,5 %; mientras que la leche y nata sin azúcar poseen un arancel de hasta 54 %. Asimismo, los vehículos y automóviles tienen aranceles entre 35 y 40 %.

El Gobierno también impone aranceles mixtos, los cuales dependen del peso, número de unidades o dimensiones del bien importado. Entre los productos importados que poseen aranceles mixtos están los neumáticos nuevos y usados; ropa y artículos textiles; calzados; baldosas y cerámicas; televisores; barras y tubos de aluminio.

La historia de los aranceles no termina aquí. Lo más grave es que varios productos importados, además de los aranceles, también gravan ISD, ICE e Impuesto al Valor Agregado (IVA). Por esta razón, el valor de un automóvil importado puede aumentar entre 63 y 94 % al considerar el arancel ad valorem y demás impuestos. En consecuencia, un vehículo de cuatro cilindros que tiene un valor de $8.582 en Perú y $9.713 en Colombia; en Ecuador tiene un precio de $12.999. De igual manera, el mismo calzado deportivo que tiene un precio de venta de $36 en Colombia y $50 en Perú; acá en Ecuador se vende a $88 debido al arancel mixto y demás tributos.

Ecuador debe seguir el buen ejemplo de apertura comercial y reducción de aranceles de Chile y Perú. La actual crisis económica amerita ofrecer un alivio monetario a las familias y negocios en el país. Por ello, una posible estrategia sería una reducción arancelaria, estableciendo inicialmente un arancel ad valorem máximo de 15 o 20 % y eliminando los aranceles mixtos. Finalmente, se podría establecer una tarifa de 0 % para bienes de capital y materias primas para el sector productivo. Esta reducción arancelaria implicaría una caída en el ingreso para el Estado entre $300 y $420 millones, la cual podría recuperarse parcialmente con un aumento en el consumo de los hogares. En Ecuador, sí es posible terminar con el cóctel arancelario. (O)